Club Ajedrez Sabiñánigo

Sitio de ajedrez en general y Sabiñánigo en particular

Ajedrez en Benasque

Deja un comentario

benas

Cuando la sinfonía del Ésera recupera su armonía, cuando las aguas primaverales se apaciguan, en Benasque reina en verano la  estrategia de las 64 casillas. Más de 400 ajedrecistas disfrutamos la primera quincena de julio de la combinación de ajedrez y montaña. Junto a grandes maestros del tablero, una orquesta azarosa de aficionados, a los pies del Pirineo, en la alta Ribagorza, movemos unas piezas inocentes y seductoras. Torres y alfiles en unos escaques que se tiñen de blanco y negro. Caballos a saltos en un relinchar plácido donde la camaradería se impone como primera regla de un juego milenario. Avanzan los peones con parsimonia de labriego, y el rey y la reina intercambian papeles con la tradición al fondo. En un torneo abierto donde las tardes en el polideportivo se convierten en pasatiempo de distracción y pensamiento, en velada de ocio creativo. En Benasque también por estas fechas se reúnen los físicos cuando las neuronas de la montaña se alimentan de un paisaje donde las cumbres nevadas son testigo ciego de partidas entre aficionados y algunos profesionales. Venidos de los países más lejanos, la magia del ajedrez aúna voluntades y aperturas, defensas y finales cuando el reloj apura las jugadas de duelos civilizados, de batallas que culminan con la rúbrica en la planilla y un estrechar de manos que serena el debate deportivo. En cada encuentro, la guerra psicológica de un juego posicional o combinativo, la táctica o la estrategia definen las partidas, el intercambio alterno de jugadas, como si de una conversación afable se tratara, como cuando se dialoga respetando los turnos y las pausas, como cuando las tertulias eran muestra de civilización y empatía. En el silencio del ajedrecista hay respeto y reflexión, un buen humor que acompaña a quien se acostumbra a ganar a veces, a ofrecer tablas cuando el juego se empantana y a perder con frecuencia en un aprendizaje constante. La partida del día siguiente, como si de una odisea se tratara, reabre puentes y olvida tempestades, en una lucha de realidades y ficciones, en un juego de verdades y pequeñas mentiras. En el torneo de ajedrez de Benasque, la gastronomía, la montaña, la envolvente naturaleza animan al ajedrecista a jugar despierto en un carrusel donde la clasificación no es lo más importante, en un enclave de complicidades festivas, en una partida de jaques lejos del mate, en enroques y celadas, en sacrificios imaginarios, en la ciencia de un deporte que juega a ser arte, que invita a respirar sano a los pies de glaciares y grandes cumbres, en Benasque.

Eduardo Martínez Carnicer

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s